El testimonio fundacional que reconfirmó nuestra misión

Víctor Chino fue nuestro primer paciente Hospice. Tenía 28 años cuando llegó a Merlo, provincia de Buenos Aires, desde Bolivia. Llegó a nuestro país con su mamá Isabel en busca de un tratamiento oncológico para su cáncer avanzado.

El tratamiento oncológico duró varios meses hasta que llegó a su fin. El equipo de paliativos del Hospital de Moreno se puso en contacto con nosotros para comenzar con el acompañamiento telefónico. En Junio de 2020 Damián Palazzo, voluntario AMAH, comenzó a acompañar a Victor y su mamá Isabel en el proceso de dolor del alma y de tanta incertidumbre. Además de las necesidades emocionales y espirituales fueron surgiendo otras necesidades materiales que pudimos ir cubriendo.

Acompañar como cualquiera de nosotros quisiera ser acompañado

El vínculo con Víctor y su mamá Isabel fue creciendo. Pudimos ir a visitarlos a su casita prestada. Conocimos más de cerca necesidades del espíritu y el alma. Llegó la reconciliación con Dios y el deseo de volver a su país para reencontrarse con su pequeño hijo Alejandro y toda su familia de Bolivia.

La providencia llegó pronto. En sólo unos días Dios respondió las oraciones y desde Bolivia enviaron los pasajes de regreso para ambos. El 21 de octubre de 2020, en plena pandemia, había llegado el día del regreso a su país.

Llevamos al aeropuerto a Víctor e Isabel. La sorpresa llegó cuando nos informaron que el vuelo se suspendía. Ya no podían volver a su casita de Merlo, vacía y devuelta a su dueña. Había que tomar una decisión de manera rápida. Sin dudar resolvimos hospedarlos en la casa de un matrimonio voluntario.

Hospice como cuidado y como casa para cuidar al necesitado

Nuestro primer huésped había llegado de manera impensada. El Hospice se convertía en un hogar real para Víctor e Isabel.

Esa noche lluviosa tuvimos que llevar a Víctor al Hospital Posadas de Haedo para que le drenen el líquido acumulado en su abdomen (característico de esta etapa de la enfermedad). La pandemia había convertido al Hospital en un lugar muy restringido y lleno de urgencias. El panorama era incierto y la espera en guardia iba a ser muy prolongada. Decidimos poner al equipo de voluntarios a orar para pedirle a Dios ayuda. La respuesta llegó pronto y Víctor fue atendido de manera rápida.

A la mañana siguiente regresamos al aeropuerto. Luego de varias corridas y nervios por algunos papeles que faltaban, realizamos el check-in y Víctor quedo acompañado por un asistente que lo trasladaría en silla de ruedas hasta el avión.

Todos debemos tener la posibilidad de vivir el final de vida

Víctor estaba siendo protagonista de su propia biografía. Había decidido reconciliarse con Dios y con su familia. Decidía pasar sus últimos días junto a sus afectos. Víctor lo llevaba a cabo.

Con un abrazo y un nudo en la garganta nos despedimos de Víctor e Isabel habiendo cumplido la tarea de todo voluntario AMAH: amar y servir al necesitado.

El 26 de mayo Víctor falleció junto su mamá Isabel y su hijo Alejandro. Reconciliado con Dios y los suyos.

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